Pilatunas de un fiscal

Por: Fernando Londoño Hoyos

Parece perfectamente claro que el Fiscal Montealegre sabía desde el pasado mes de diciembre la increíble historia de los asesores de Santos, J JRendón y Germán Chica, alrededor de la voluntad de la mafia de entregarse a las autoridades colombianas con todo su formidable aparato criminal, sus más de ocho mil hombre armados, sus rutas de tráfico, sus cultivos ilícitos, su descomunal riqueza y sus complicidades.

Pues en secreto se habría quedado la criatura, si no la sacan a la luz Daniel Coronel, desde Semana, y El Espectador, que le dedicó cuatro páginas enteras, que menos no merecía, a semejante asunto.

Pues Rendón y Chica quedaron en el ojo del huracán, como ahora suele decirse, y tendrán mucho que explicar a los perezosos colaboradores del perezoso Montealegre sobre los pormenores de semejante enormidad, y sobre los doce millones de dólares que “Comba” dijo haberles entregado por sus buenos oficios en el manejo del caso.

El país quedó en estado de shock, Rendón tuvo que pedir pista libre para largarse y Chica se balancea a las puertas de la cárcel. Algo había que hacer, y pronto, para tapar la porquería.

Pero no contaba la señora opinión con las marrullas del Fiscal, aunque las tenía avisadas con su pecaminosa relación con Saludcoop, según lo denuncia la Contralora Morelli, con el asuntillo de centenares de millones de pesos en contratos por servicios prestados a la Presidencia, sin que se sepa de una cuartilla escrita para justificarlos y con las causas verdaderas que motivaron su renuncia a la Corte Constitucional, al parecer para atender contratos profesionales que lo esperaba en la puerta misma del Palacio de Justicia.

Contratista agradecido como es, saltó al ruedo con capa nueva, la coincidente elección de su candidata a la Corte Constitucional y socia de oficina “in illo tempore”, para tapar el nauseabundo negocio que tan preocupada tenía a la campaña reeleccionista.

Y se inventó el Fiscal el cuento del “hacker” contratado por la campaña rival, la de Oscar Iván Zuluaga, para que prestara servicios en materia de seguridad informática y manejara técnicamente las redes sociales y ciertos aspectos publicitarios del candidato.

Según el Fiscal, el tal “hacker” habría penetrado el sagrado recinto de los correos de Santos y se habría metido en ciertos secretos de las conversaciones de La Habana, para vender esa información y sabotear aquellos diálogos tan apasionantes que avalan moralmente ese par de próceres que son Fidel Castro y Nicolás Maduro.

Pasan las horas y los días, y nada sobre el “hacker”. No hay noticia, grande ni pequeña de su intromisión en la correspondencia electrónica de “Juanma” como ahora le dicen. Esa parte del escándalo quedó en cero.

Y la otra quedó peor. Porque maldita la noticia que aparece de que el “hacker se hubiera entrometido en los correos de Humberto de la Calle, o en los de “Iván Márquez”. De haberlo hecho, solo habría comprobado su pésimo gusto literario, y se habría adueñado de información que no vale nada y no sirve para nada. Pero ni eso. El Fiscalquedó convicto de escandaloso y falaz. Y la gente, nada boba, está iracunda. A nadie le gusta que lo engañen, o como popularmente suele decirse, que traten de engatusarlo. El Fiscal es un maromero de información privilegiada, que termina siendo paja pura. Nada peor podría decirse en contra suya.

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