Aquí tenemos una tendencia progresivamente creciente al olvido de las cosas más importantes y más significativas, por eso ya hoy lunes no se habla de lo que pasó el viernes en esta ciudad de Bogotá, y eso no puede tirarse en el olvido. Fue demasiado grave para la ciudad, fue demasiado grave para el presente y el porvenir de Bogotá y de Colombia, los acontecimientos de la semana pasada. Los estudiantes se reunieron con el pretexto de que había que protestar contra los corruptos de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, en eso estamos totalmente de acuerdo, y esos bandidos hay que meterlos a la cárcel, a la cárcel es donde deben estar y no en las rectorías de una universidad tan importante como esa, perfectamente de acuerdo. Muy bien ¿Y eso que tiene que ver con hacerle daño a centenares de miles de personas a quienes le hicieron daño los estudiantes? Ellos no pueden ser tan insulsos o tan majaderos de no saber qué era lo que estaban haciendo bloqueando la Carrera Séptima, en las vecindades o al frente de la Universidad Javeriana, nuestra Alma Máter ¡No puede ser! Tenían que saber a quiénes estaban golpeando, a las personas que venían o que querían ir a su trabajo, a los que tenían una urgencia médica, a los que tenían que trasladarse para trabajar. La semana pasada estos estudiantes coincidieron, ¡oh coincidencias magníficas las que se presentan en Colombia!, con el paro de los camioneros y de los taxistas infractores de la ley, que a través de violencia lograron lo que se está logrando en Colombia siempre: si usted quiere una mesa de negociación, practique primero la violencia contra gente inocente y verá como lo cita el Gobierno a una mesa de negociación…