“La importancia de las cosas sin importancia”, ese podría ser el nombre de una tragicomedia que escribiéramos ahora a propósito de lo ocurrido alrededor de este sujeto, de este criminal, Jesús Santrich, quien desapareció como por arte de magia. La Policía de Colombia es la única policía del mundo a la que se le vuela un ciego, han dicho por ahí los graciosos con no pocas razones.

Jesús Santrich se fue, no tiene importancia, cieguito o aparentemente cieguito, escaso de vista, pero que ve y que ve lo suficiente para escribir notas de despedida y para hacer lo que le da la gana con el bastoncitos del ciego que lo hace motivo de condolencias y de conmiseración de parte de muchos incautos. Esto es mucho más grave de lo que hemos podido imaginar.

En nuestras conversaciones con el señor coronel (r) John Marulanda nos han llevado a concluir que se trata de un proceso político y de un proceso de disminución de las posibilidades del Estado para defenderse inmensas y del crecimiento gigantesco de las FARC, que ahora lo van teniendo todo.

Tienen congresistas, nada menos que 10 días congresistas porque seguramente la curul de Santrich la reemplazan con otro bandido de esos; tienen todo el dinero todo el dinero del mundo; tienen fuerzas desplegadas en todas partes…