WASHINGTON – Tal y como se había especulado que lo haría, el presidente estadounidense dijo reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, anunciando el traslado en el futuro de su embajada ante el estado hebreo de Tel Aviv a esa ciudad. La decisión fue calificada por el grupo extremista Hamas como la “apertura de las puertas del infierno”. Por su parte, Irán anunció el inicio de una “nueva Intifada” y manifestaciones se presentaron a las afueras de consulados y embajadas de países de mayoría musulmana como Turquía, mientras que el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, dijo estar en contra de decisiones unilaterales en el tema de la soberanía sobre Jerusalén, contrariando acuerdos internacionales previos. Incluso mandatarios tradicionalmente aliados a los Estados Unidos, como la británica Theresa May, se opusieron a la medida, afirmando que presta poca ayuda a la causa de alcanzar la paz en el Medio Oriente. El único mandatario mundial que aplaudió la decisión como justa y valiente fue el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.