¿DÓNDE ESTÁ EL PAPELITO?

Por: Fernando Londoño Hoyos

Consiguieron decenas de periodistas con intimidantes cámaras, aparatosos micrófonos, locuaces reporteros; encendieron luces como para premiere de Hollywood; hablaron con voz que entrecortaba la emoción; y dieron la noticia mayor, apenas comparable con la que anunciaba el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los insignes negociadores del Gobierno habían llegado a histórico acuerdo con los representantes del Ejército del Pueblo. La “paz” quedaba a la vuelta de la esquina.

Terminada la ceremonia, los indiscretos pidieron el papelito que causaba tan hondas emociones. ¡Y quedó clara la impostura!

No pasaba de papelucho el documento firmado entre tanto boato. La lectura de La Habana no podía contener lo que prometía ser tan trascendental. Pues no era más. Una página y media de tonterías, ambigüedades y disparates, quedó a la vista. No había nada. Como en el viejo cuento, el Rey andaba desnudo.

El tema de la justicia aplicable a los bandidos que negocian con Juanpa, no quedaba resuelto en ninguna de sus partes. Nada sobre el castigo de los delincuentes; nada sobre la reparación a las víctimas; nada sobre la localización de los penados; nada sobre la composición del Tribunal que los juzgaría; nada sobre las armas y su entrega. Nada de nada.

Pues como si no fuera bastante, el Presidente se va para la ONU y ante emocionado auditorio compuesto por empleados de nuestras embajadas, le habla al mundo. Y lo emplaza para que el 23 de marzo se lancen al vuelo todas las campanas, se pare el tiempo, enmudezcan los pueblos. Porque ese día se firmará la paz en Colombia.

Tanta bulla se hace porque existe acuerdo sobre lo jurado a los cuatro vientos. Pero la mano del tiempo, que todo lo desvirtúa, daña la fiesta, enfría el banquete, desmonta las piezas del imaginario castillo. Y la evidencia apunta a lo que pareciera imposible. El papelito de verdad, el que contiene la solución a los problemas que se dijeron resueltos, no existe. Está en construcción, diría enseguida el Señor General Mora. Y lo confirmarían después los miembros del coro de voces laudatorias. Lo que se dijo resuelto y conquista gloriosa de los hombres de La Habana, ni está escrito, ni resuelto.

Lo que parece convenido, es que habrá un Tribunal de Justicia, que en poco juzgará a las FARC, sino que se ocupará de algo mucho más  apasionante: juzgará a los enemigos de las FARC, con el Presidente Uribe a la cabeza. ¿No es maravilloso?

En vano insistiremos, pues, en que nos muestren el papelito. “Está en construcción”. Pero ya salió ANNCOL, es decir, las FARC, a pronunciar la lista de las víctimas de la venganza. El ya dicho Uribe, con todos sus amigos políticos, los ganaderos y agricultores que no volvieron a pagar protección a los bandidos y los empresarios que se obstinan en guardar silencio, como si aquello de la instauración del Socialismo en Colombia no fuera con ellos. Como si callados pasaran desapercibidos. Tan ingenuos.

Pero volvamos a lo primario de estas líneas. Y ello es que no hay papelito donde se diga lo que hizo encender tantas luminarias y gastar en vano tanta tinta y tanta saliva. Y no lo hay, porque el tema está intocado en sus puntos esenciales. Pero ya está dicho. La fiesta queda fijada para el 23 de marzo. Las FARC empezaron a sacar ventaja de tan monstruosa imprudencia. Juanpa lo hace a veces mejor callado. ¡Increíble!

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