OTRA VEZ. CON LOS COLOMBIANOS SÍ SE PUEDE

Por: Fernando Londoño Hoyos

Dice el popular adagio que los perros no se dejan practicar cierta cirugía más de una vez. Los colombianos, al contrario, estamos siempre listos para que nos hagan lo mismo, cuantas veces se quiera y con los mismos resultados.

El Instituto de Fomento Industrial se ejecutó con recursos de todos y terminó siendo una catástrofe monumental. De las muchas aventuras que con esa gigantesca fortuna se acometieron, no se salvó una sola.

Con el Banco Central Hipotecario pasó otro tanto. Prestar plata para vivienda con intereses fijos tenía atractivos invencibles. Y se construyeron muchas casas, otorgando muchos créditos. Los deudores, agradecidos, no lo olvidarán. Pero alguien tenía que pagar la fiesta y la pagó. El Banco se nos quebró encima.

El Instituto de Seguros Sociales tuvo su momento feliz. La gente cotizaba y no era hora de las primeras jubilaciones. Y esa cantidad de plata junta resultó una tentación insuperable. Así que le echaron mano, por supuesto asegurando que cuando se necesitara allí estaría, disponible, con aumentos prodigiosos. Y también pasó lo que todos sabemos. Que de esas reservas no quedaron sino los recuerdos y las deudas.

El Fondo Nacional del Café llegó a ser, en su conjunto, la empresa más importante del país, apenas comparable con Ecopetrol. Y como se trataba de una entidad nutrida con recursos públicos, los famosos parafiscales – fina invención de la Corte Suprema de Justicia – ahí estaba el Fondo, listo para cualquier cosa: bancos, corporaciones financieras, compañías navales o aéreas, aseguradoras, corporaciones de ahorro y vivienda, productoras de papel y un mundo de etcéteras. Toda esa maravilla se quebró en manos de nuevos ricos, que con frecuencia son los peores, sobre todo cuando trabajan con la plata ajena.

Pues ahora se busca candidato para financiar las 4G, sentida urgencia nacional, nadie lo duda, pero que no tiene blanca. El Gobierno no encuentra qué ponerle y busca voluntarios. Y parece que los encontró. Se trata de los Fondos de Pensiones, que seguramente no se dejarán llevar al quirófano sin gruñidos ni protestas. Pero queda el Fondo Nacional del Ahorro, que teniendo tantos dueños, no tiene ninguno. ¿Y al fin y al cabo, para qué está Posadita, su Presidente? Pues carajo, que sirva para algo. Ya que no sabe del tema, que no es banquero, que no sabe qué cosa son los ahorros, que al menos gire. Y todo indica que tiene la chequera lista.

Aparecieron, pues, los que llevarán del bulto. Los que ahorran para sus pensiones y los que ahorran con la esperanza de que algún día les presten  para su vivienda. Tienen la ventaja de que son como distraídos y pendejos, lo que garantiza la esquilmada sin quejas. Que se dejan, se dejan.

Y habrá quién financie a los concesionarios de las 4G, por casualidad buenos amigos de Juanpa, y corran todos los riesgos. Los de los diseños a medias, los de la geología enemiga, los de las comunidades de veras y de mentiras, los de los infinitos avatares de la construcción de obras en Colombia.

Ya está. Vargas Lleras listo con su casco, los concesionarios con plata, Juanpa diciendo que como nunca antes se construye y las pérdidas para los majaderos, primero, y en algún momento para repartirlas entre todos por el infaltable camino del presupuesto nacional.
No hay duda. Nos la hacen mil veces. Y nos dejamos.

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