La Hora de La Verdad

¿Por qué el escándalo?

Por Fernando Londoño Hoyos

Se nos olvida que hubo un día en el que los magistrados de la Corte Suprema de Justicia se hicieron matar por no entrar en componendas con los extraditables. Se nos olvidan las palabras de una Magistrada de Manizales, Fanny González Franco, dichas a las puertas de la muerte, que debían ser de obligado aprendizaje en todas las Facultades de Derecho y  presidir los salones de audiencia de todos los tribunales de Colombia.

Se nos olvidan los magistrados y jueces y abogados asesinados por la mafia porque no vendieron sus conciencias, a sabiendas de la suerte que les esperaba.

¡Para saber que pasamos de esos héroes y esos mártires a lo que vino después! Y a lo que nos avergüenza ahora cuando debíamos estar avergonzados hace años. El mayor escándalo es que solo ahora nos escandalicemos.

Porque este es el mismo país del proceso 8.000, en el que la mayoría corrupta de los jueces instructores, los Representantes a la Cámara, absolvieron a Ernesto Samper a cambio de la mermelada de entonces, que corrió a raudales para pagar ese favor.

Este es el mismo país en el que se eligieron 4 contralores generales de la República que terminaron en la cárcel por corruptos.

Este es el mismo país en el que un Procurador General de la Nación, un tal Vásquez Velásquez pagó prisión por corrupto; en el que otro fue a Panamá a negociar la dignidad de la Nación con Pablo Escobar y sus sicarios; y en el que otro, Jaime Bernal Cuéllar, terminó de abogado de DMG, para facilitar la mayor estafa que se ha conocido en América.

Este es el mismo país que tuvo por Fiscal General de la Nación al fulano Mario Iguarán, cuyas hazañas putrefactas nadie olvidará.

Este es el mismo país que eligió Fiscal a Eduardo Montealegre, que se dedicó a pagar favores a los jueces que le prolongaron su cargo tres años, mediantes contratos nauseabundos. Uno de esos contratistas es el actual Ministro de Justicia, Gil Botero, que se robó ochocientos millones de pesos por esta vía tan expedita.

Este es el mismo país que le permitió a un mafioso italiano, Giorgio Sale, socio del Mono Mancuso, que llenara de halagos, trago, viajes, relojes y atenciones a los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo Superior de la Judicatura sin que pasara nada.

Este es el mismo país que le ha permitido a los Magistrados de la Sala Penal de la Corte que condenen sin pruebas ni razones a varios altos funcionarios del Gobierno de Álvaro Uribe, solo porque fueron funcionarios de ese Gobierno que deben perseguir.

Este es el mismo país que se escandaliza porque una pobre muchacha escolta del DAS haya puesto una máquina de grabar en sesiones plenarias de la Corte, pero no se escandaliza que en esas grabaciones los magistrados dijeran que no fallarían en Derecho sino por conveniencias políticas.

Este es el mismo país que le permitió a la Fiscal Angela María Buitrago, que se inventara una diligencia judicial que no se hizo nunca, con un testigo que juró mil veces que habían usado su nombre y que la firma que impusieron no era la suya. Y el mismo país en que el cotejo grafológico lleva años pendiente, porque los colegas de la Buitrago se niegan a practicarlo.

Este es el mismo país que le tolera a un congresista que se meta en las cárceles a buscar testigos falsos contra quienes estima sus rivales o enemigos políticos.

Este es el mismo país en el que las Altas Cortes  engavetan sentencias para prolongar de facto condenas infames proferidas contra personas que el Presidente que los hace elegir considera peligrosas para su causa.

Este es el mismo país en el que las tutelas se volvieron conocido y gigantesco negocio de jueces y magistrados corruptos. En el que los Magistrados de la Corte Constitucional reciben dinero por escoger esas tutelas para fallarlas como les da la gana. El país donde se hace “vaca” para comprar la conciencia de los Jueces más altos.

Este es el mismo país en el que ya salieron libres todos los delincuentes de lesa humanidad de las FARC, y a otros se les garantiza que no pagarán un día de cárcel, porque la paz es el más alto valor jurídico, según dice un experto en axiología, que no sabe lo que sea la axiología.

Este es el mismo país que se dejó robar una bonanza petrolera de más de sesenta mil millones de dólares y se dejó montar en un endeudamiento externo parecido, sin preguntar a los bolsillos de cuáles corruptos fue a parar semejante fortuna.

Este es el país que ahora sí se escandaliza, porque el escándalo lo descubrieron en los Estados Unidos. Solo por eso.

 

Comparte esta noticia