La legítima venta de ETB

Roberto Rave Ríos – rraverios@gmail.com

Una de las decisiones más polémicas del alcalde Peñalosa ha sido la de vender la empresa de telecomunicaciones bogotana ETB, llamada en sus inicios (en 1884) The Bogotá Telephone Company. Para aquella época la compañía pertenecía en gran parte al empresario cubano José Raimundo Martínez y a algunos privados a quienes el Distrito les compró la empresa por decisión del Concejo de Bogotá, luego de las grandes protestas por el incremento en las tarifas. Hace ya un par de meses que la corporación dio vía libre para la venta de la empresa de telecomunicaciones que hace 84 años decidió adquirir. Sin embargo, el Juzgado Cuarto Administrativo de Bogotá suspendió el trámite de venta debido a vicios de forma.

Como bien lo menciona el exministro Carlos Caballero Argáez en su columna semanal de El Tiempo, “ETB no es la joya de la corona, pues las joyas no pierden valor con el tiempo”. Para el año 2000, cuando el ahora alcalde Peñalosa intentó vender ETB al consorcio español, la compañía costaba según la Revista Semana US$2.000 millones, que a la tasa de cambio de la época equivalían a $3 billones. Para la fecha, el valor estimado es de $2,2 billones, más o menos US$735 millones.

A esto se suman las previsiones de Fitch Ratings que indican un aumento en la deuda de casi 3,5 veces las utilidades de la compañía de telecomunicaciones, resultando esto en una baja en la calificación por parte de dicha firma. Adherida a esta perspectiva, los datos de la Superintendencia Financiera indican pérdidas por $36.538 millones en 2015 y $38.000 millones en 2014, además de un aproximado de $2,3 billones en pasivos de la compañía.

Lo cierto es que ETB dejó de ser una empresa rentable en términos financieros, sus competidores la han devorado en los últimos años, ya sea porque poseen mayor músculo financiero o porque la compañía bogotana no ha podido entrar contundentemente en la nueva ola de las telecomunicaciones. Además, es recomendable vender empresas que le generan pasivos a la administración distrital. Lo hizo Margaret Tacher en los años 80 y lo propone la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Finalmente, es importante concluir diciendo que a diferencia de lo ocurrido con la venta de Isagen, por parte del Gobierno, la posible transacción de la empresa ETB fue discutida por el Concejo de Bogotá.

Las decisiones políticas no serán siempre las más populares, a la vista está la buena intención del Alcalde y la mala leche de quienes buscan a toda costa torpear cualquier acción no por su carácter positivo o negativo, sino más bien por un afán protagónico. Ese afán puede hacerle mucho daño a la economía de la principal ciudad del país.

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