El desvío de los recursos de la paz

Los recursos el Fondo de Paz terminaron financiando desde la campaña del gobierno a favor de la venta de Isagén hasta la visita del seguidor 4 millones del Twitter de Presidencia o la campaña contra el chikungunya

 

Por Sergio Held*

 

El 2 de diciembre de 2014 la ministra consejera para la comunicaciones Pilar Calderón le solicitó al Fondo de Paz contratar directamente a la empresa Sístole S.A. para, supuestamente, implementar las estrategias digitales en el marco del “Plan para el logro y sostenimiento de la paz.” 

Era el segundo multimillonario contrato de esta índole que el gobierno nacional celebraba con Sístole en menos de tres meses.

Para Calderón, la contratación de Sístole, una reconocida agencia de publicidad, se justificaba en la medida en que se hacía necesario contar con herramientas que en el mundo digital le permitieran al gobierno nacional cubrir y dar respuesta a coyunturas en tiempo real y contingencias de las comunicaciones, en el marco del proceso de paz que adelanta el gobierno con la narcoguerrilla de las FARC en Cuba.

Se trataba de una contratación plenamente justificada, en la medida en que los recursos del Fondo de Paz, según lo estableció la ley en 1997 desde su creación, son para financiar los programas de paz “encaminados a fomentar la reincorporación a la vida civil de grupos alzados en armas, que demuestren su voluntad de incorporarse a la vida civil mediante su desmovilización y la dejación de armas.”

El primer contrato con Sístole, lo celebró el Fondo de Programas Especiales para la Paz el 24 de septiembre de 2014. Tuvo un valor inicial de $812 millones de pesos, y fue adicionado en algo más de $156 millones. El plazo de ejecución fue de 2 meses y medio.

El segundo se celebró el 17 de diciembre de 2014, dos días después de finalizado el primer contrato. Éste tuvo un valor inicial de $2.233 millones de pesos. Casi 6 meses después se adicionó en $1.218 millones de pesos, para totalizar $3.451 millones de pesos en un periodo de ejecución de 9 meses y medio. La supervisión de ambos contratos estuvo a cargo de Pilar Calderón.

Pero los multimillonarios recursos destinados supuestamente para un de tema de paz, terminaron al servicio de otras causas del gobierno, e incluso, de la vanidad del presidente.

La redacción de los objetivos específicos del contrato fueron el primer indicio de cómo se desdibujaba el supuesto objeto general del contrato. En ellos quedó establecido que Sístole debía neutralizar ataques, atender en el mundo digital las crisis, las noticias y los rumores que pudieran afectar la imagen del gobierno. 

Pero gran parte del objeto del contrato giraba en torno a la paz y a las estrategias que el contratista debía adelantar para dar a conocer las bondades de la negociación que se adelanta en Cuba.

Sin embargo, el contratista terminó sirviendo distintos intereses del gobierno, ajenos al tema de la paz. El más diciente de ellos, la defensa del gobierno de la polémica venta de Isagén.

Como quedó documentado en el informe final de supervisión del contrato, Sístole adelantó actividades tendientes a manejar la crisis generada por la venta de Isagén. El contratista, en el marco del contrato, hizo difusión a través de las redes sociales de los argumentos esgrimidos en la plenaria del Senado, a favor de la venta de Isagén.

Pero esa es sólo una muestra de qué terminó haciendo el contratista pagado con recursos para la paz. También adelantó una campaña en materia económica sobre la devaluación, brindó apoyo a la campaña de la también polémica ley anti-contrabando, difundió mensajes con la etiqueta #AtencionFrontera en medio de la crisis binacional con Venezuela.

En medio de la crisis que enfrentó el ministerio de Educación, Sístole difundió mensajes dirigidos hacia los docentes, para atajar la crisis, e hizo lo propio con los sectores de transporte y minería, en un intento por calmar las aguas.

Hasta el programa “Ser Pilo Paga,” tuvo su paloma en el contrato de paz a través de difusión de mensajes y la elaboración de un video sobre el programa.

Pero hay más: Con los recursos del fondo de paz se adelantó la campaña #TrabajoSinPalancas, se le dio bombo a la eliminación de la visa Schengen para los colombianos, y se financiaron decenas de videos del presidente en sus tareas cotidianas: entrega de obras en el Eje Cafetero, en San Andrés, en Buenaventura, en Cundinamarca, en Quindío, entrega de viviendas en Jamundí, Valle, también otras en La Guajira. La lista continúa.

Hasta la visita a la Casa de Nariño por parte de Jorge Andrés Ricardo, el seguidor número 4 millones de la cuenta de Twitter de Presidencia, quedó registrada en un video que hizo parte de los productos elaborados por Sístole en el marco del contrato con el Fondo de Programas Especiales para la Paz.

Sístole también ayudó al gobierno en la difusión de la entrega de dotación del Hospital de Kennedy, en Bogotá, de la firma de contratos de las 4G, de los informes de gestión del gobierno en Salgar, en Cali, en Antioquia, en San Andrés. También de la inauguración del Embalse de Bucaramanga, la campaña contra el chikungunya, microruedas de empleo en varios municipios del país, y la tan cacareada segunda versión del plan para el impulso a la productividad y el empleo, conocido como el PIPE 2.0. Hasta la difusión de mensajes con las iniciativas del sector transporte que benefician a los taxistas se colaron en el Fondo de Paz.

De las 17 actividades desarrolladas por Sístole para neutralizar ataques y atender crisis del gobierno, 10 de ellas corresponden a temas que no se relacionan en nada con el objeto del Fondo de Programas Especiales para la Paz.

Igual ocurre con 30 de las 46 actividades en el marco de cubrimiento de eventos en vivo y elaboración de video. Así, el 65 por ciento de los productos entregables no tienen nada que ver con el tema de la paz.

En materia de multiplicación de mensajes claves en torno a reformas, giras, logros y avances del gobierno ni una sola actividad reportada tiene que ver con el tema de la paz.

Entre las campañas desarrolladas para Twitter se encuentran algunas como #YoAmoInternet, #legalApp y muchas otras que nada tienen que ver con lo que pasa en Cuba. 

El reporte de supervisión del contrato da cuenta de actividades de free press con los principales medios del país, en temas que nada tienen que ver con los diálogos de paz. “Beneficios del programa cine para todos” en El Tiempo, “Economía colombiana va por buen camino” en El Espectador, “Gestión de la La Unidad Nacional de Gestión del Riesgo” en La República y dos artículos en la Revista Dinero, del grupo de Publicaciones Semana: Uno sobre la modernización del puerto de Buenaventura, y otro sobre el compromiso del ministerio de agricultura con el campo colombiano.

La agencia de publicidad, en el marco del contrato, dispuso de un equipo de 18 personas para la ejecución del contrato. El objetivo final del equipo, según quedó consignado en el informe final de supervisión, era el de “Recuperar confianza en el presidente y su gobierno.”

Antes de conocer de este contrato, ante los rumores que surgieron el año pasado sobre Sístole y la presunta relación de un hermano del presidente Santos con dicha empresa,  investigué a fondo la composición accionaria de la compañía. Fui a la Cámara de Comercio de Bogotá y recorrí más de tres notarías siguiendo el rastro de sus socios. No pude encontrar ninguna relación de la compañía con ningún familiar del presidente.

Lo único cierto de Sístole y su relación con Santos, es que la agencia jugó un papel importante en la reelección de Juan Manuel Santos, como lo relató en su momento Las2Orillas. José Miguel Caro, el representante legal de Sístole, funge también como el responsable del tratamiento de datos personales del Partido de la U.

El 10 de septiembre se firmó un tercer contrato con Sístole. Esta vez por un monto de $406 millones de pesos y una duración de 30 días.

 

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