Por: Santiago Castro

En una jornada bastante interesante no solo para la democracia brasilera sino para América Latina, ha quedado suspendida de su cargo la Presidente Dilma Roussef, tras una votación de 55 votos a favor del impeachment y 22 en contra. Todos los que quisieron expresarse lo puedieron hacer, tanto en el Senado como en las calles, especialmente en Sao Paulo y en Brasilia, donde las calles siempre estuvieron activas con manifestantes a favor y en contra del gobierno. Una de las intervenciones que llamó la atención fue la del hoy senador Fernando Collor de Melo, quien enfrentó un proceso de impeachment en 1992 que trató de evitar renunciando a su cargo. Anoche, insistió en una reflexión sobre el presidencialismo que debe generar una reflexión profunda. En toda democracia debe haber mecanismos para controlar el poder, pero sobre todo para garantizar que el sistema político no entre en crisis. La crisis la enfrentan los gobiernos, el poder ejecutivo, que como se demostró ayer en Brasilia, puede ser sometido a un juicio político por parte del órgano de representación por excelencia que es el Congreso.

Es menester aclarar que no es un proceso penal, como han querido hacer ver los amigos del gobierno Roussef, se trata de un juicio político, y por lo tanto procede sin otro asunto. El gobierno ha cometido graves errores y el parlamento brasilero le está pasando una cuenta de cobro. Sin embargo, tampoco se puede negar el hecho de que el 60% de los congresistas, tanto diputados como senadores, del Brasil, hoy enfrentan acusaciones por actos de corrupción. En últimas, lo que queda claro es que hay una ruptura entre la ciudadanía y lo que queda de clase política no solo en Brasil sino en América Latina y la moviliación en las calles pronto puede volver a ser el escenario ideal para que se exprese la voluntad popular.

Asumirá entonces la Presidencia del Brasil el actual Presidente Michel Temer, quien ya tenía listas algunas medidas que seguramente se asumirán en los próximos días. Los mercados entonces amanecen al alza, al igual que el real frente al dólar, pues nadie puede negar que escenarios de estabilidad política, de reacción frente a la corrupcíon favorecen la buena marcha de la economía.