(…)Ahora vamos a lo nuestro y lo nuestro es muy triste. Bogotá, tres días en manos de unos sujetos que interrumpieron la vida normal de la ciudad, que crearon el caos y que causaron perjuicios que nadie quiere valorar. Los economistas hablamos con tanta frecuencia de los costos sociales que tienen ciertas acciones o ciertas omisiones, aquí nos preguntamos cuál es el costo social de estos tres días de una Bogotá herida, de una Bogotá en el caos, de una Bogotá sin gobierno, sin concierto, sin orden de ninguna especie. Ayer resulta que los estudiantes de la Universidad Distrital salieron a protestar por el hecho alarmante, grotesco, no hay palabras, no hay calificativos para ponerle, de un profesor o dignatario de la Universidad que se robaba la plata a través de una cuenta corriente, pues lo que hay que hacer es meterlo a la cárcel y lo que tienen que hacer los estudiantes de la Universidad es unirse y exigirle al rector, y exigirle al fiscal, y exigirle al país, que condene a ese bandido a ese ladrón y que lo metan a la cárcel que es donde debe estar, pero ¿Qué tiene que ver con eso los transeúntes? ¿Qué tienen que ver con eso las gentes de Bogotá?, que parece padecieron lo indecible y que sufrieron perjuicios que no están escritos; y desde luego eso sumado a los actos de violencia que eso sí no tienen justificación ninguna…